5.7.06

Saludando lo bello [de una impublicada y acaso impublicable carta]

Fecha: Tue, 4 Jul 2006 13:39:52 -0500 (CDT)
De:"Carmen Abaroa"

Asunto: Saludando lo bello
Para: cartasaldirector@mercurio.cl



Sr. Director,

previsible, el aprendiz se apura, y en el puro apuro, ¿su para nada rara compulsión magisterial?, se va de tesis — lo que sólo más tarde, si acaso persevera y por ahí imprevisiblemente al descampo salta la liebre, habrá de comenzar a desemplazar. Esto, a prosópito de la entrevista a Javier Bello, publicada ha poco por la Revista de Libros de El Mercurio (30/06), bajo el crístico título: “Quien esté libre de surrealismo que tire la primera piedra” (referencia a su reciente libro: Letrero de albergue).

Pregunta el periodista: "Letrero de albergue. ¿Qué indica esta expresión tomada de Una temporada en el infierno?”. Responde Bello: “Le indica con el dedo al ojo para que mire el letrero de albergue de la poesía, el libro que se abre para recibir al vagabundo que busca la entrada que lo salve de la intemperie (afuera del poema todo es intemperie). Ojo, le responde el ojo, que ése es un aviso equívoco, entrarás pero puede que no salgas. Hay viajes de los que no se vuelve. Rimbaud no se equivocaba en nada.”

Que Rimbaud se equivocaba y, ojo, muy a menudo, da cuenta desde ya el pasaje de Una temporada... que en traducción algo plana cita Bello (louche enseigne d’auberge, en ‘Delires II’; esto es, más que equívoca: extraña, inquietante, siniestra [un-heim-lich] señal de venta), donde Rimbaud de punta a cabo apunta su marrar (quelle sottise c’était, exclama; literalmente: ¡qué pelotudez eso era!), y de paso concluye: “Eso ya pasó. Hoy sé saludar a lo bello” (traduzco). Bello, pues, provisorio término.

Con todo, lo más deschavetadamente magisterial entrevisto en la susodicha entrevista tal vez sea la tesis avanzada por J. B.: el libro (de poesía, de cierto, nos) salva de la intemperie — intemperie condenada de entrada como el afuera de un adentro que sería la muy familiar poesía-albergue. Dejando de lado por ahora la pregunta por lo que la dicha “intemperie” es o puede ser (en poesía o allende), me limito a subrayar que lo que encuentra el ‘vagabundo’ en el albergue convocado en Una temporada... es, era que no, un infernal, sórdido meadero (pissotière de l’auberge) en que el cabrito (moucheron: mosquito, y fam.: monigote, chiquilín) se habrá curado (enivré: emborrachado). Tal salvación, tal curadera de espanto: ya pasó, mi niño, se escribe enseguida Rimbaud — junto antes de comenzar L’impossible, ese otro autoreflexivo pasaje de su absolutamente moderno y autoeditado libro.

Atentamente,

Carmen Abaroa


p. d. “Rimbaud representa — remacha Bello — para mí la fuerza del azar y la disolución del yo artístico” (subrayo). Por pura casualidad, ¿no estamos frente a un mal armado alcance de nombres — y donde dice “Rimbaud” habríamos de leer “Mallarmé” (pero Mallarmé disuelve el yo artístico en el arte poético, en el “albergue”, me sopla alguien en mí; en cambio Rimbaud, si algo disuelve [pues más de uno habrá sostenido que con Rimbaud se funda la consciencia del yo moderno] parece disolverlo en la vida, en una vida carente de arte... pero, otra vez, ¿no habríamos de presuponer una comprensión extremadamente artística del arte para postular la ausencia de arte en el tráfico de armas de Abisinia?). Y/o: si el “yo artístico” representa (y no hace tal vez sino representar) “para mí”, ego, lo disuelto con “Rimbaud”, ¿no es que en tal representación sólo habrá ocurrido una mínima transferencia del yo artístico — del yo-actor-padre al yo-espectador-hijo? ¿Rimbaud? ¿Y/o?